El Presidente atribuyó su cambio de rumbo político a las lecciones que dejó la derrota de septiembre, mientras que el gobernador bonaerense mantuvo su postura sin reconocer errores.
Las reacciones de Javier Milei y Axel Kicillof frente a los últimos resultados electorales marcaron dos estilos políticos enfrentados. El Presidente consideró que el revés del 7 de septiembre lo obligó a “repensar muchas cosas” y afirmó que el proceso de aprendizaje fue “monstruoso”, al tiempo que destacó su disposición al diálogo con gobernadores y sectores opositores para avanzar en reformas estructurales.
Durante su reciente encuentro con mandatarios provinciales en la Casa Rosada, Milei sorprendió al ampliar la convocatoria a 20 distritos, incluidos algunos históricamente kirchneristas. Ninguno de los participantes salió con críticas abiertas al Ejecutivo, lo que reflejó el efecto de su nueva estrategia política. Según el mandatario, “la derrota fue una bendición” que lo llevó a moderar el tono y construir consensos.
En contraste, Kicillof mantuvo una postura inflexible pese a la derrota bonaerense. Durante una entrevista televisiva, atribuyó el resultado a una supuesta “amenaza de Trump de hundir al país” y reafirmó su rechazo al programa económico nacional. Desde su entorno insistieron en que el gobernador “no tiene nada que corregir”, lo que profundizó las diferencias dentro del peronismo. Para analistas políticos, la actitud de Kicillof mostró una falta de autocrítica que lo dejó aislado incluso entre sus aliados, mientras Milei buscó capitalizar el golpe electoral para fortalecer su liderazgo.












